Por Pablo Salinas
En esta foto que hoy comparto, se ve al compositor Enrique Soro (a la derecha), junto a su esposa, Adriana Cardemil, y sus amigos, el doctor Parada y su mujer Olga, todos en la playa de Cartagena en el verano de 1927. Soro, entonces con 43 años, pasa religiosamente largas temporadas estivales en su casa de calle Estado del conspicuo balneario.
Pero conviene puntualizar algunos aspectos, que nos ayuden a entender la gran relevancia de Soro dentro de la escena cultural chilena y, en el fondo, dentro de la historia de Chile: con apenas 14 años había partido becado por el Senado a estudiar al Conservatorio de Milán, uno de los más prestigiosos de Europa, donde se graduará en 1904, volviendo a Chile al poco tiempo. Es decir, cuando Soro parte a perfeccionarse a Italia, lo hace antes que otro de nuestros grandes talentos de la música, como Claudio Arrau, quien como sabemos partirá también becado a instruirse, en su caso a Alemania, más de una década más tarde. En Europa Soro se codea con figuras de primer nivel, como Giacomo Puccini -el creador de óperas legendarias, La Bohème, Tosca, entre otras- o Maurice Ravel -creador del inmortal Bolero-. En cuanto a la música orquestal, tal es la trascendencia de su aporte que algunos expertos lo señalan como el primer músico chileno en crear una sinfonía.
Soro es un enamorado de Cartagena. Prueba de ello son las numerosas composiciones que escribe en el balneario. El vínculo con la localidad se extiende desde 1924 hasta al menos 1946, año en que compone "Impresiones de Cartagena", pieza para violín y piano, la que, inexplicablemente, permanece todavía inédita.
Un punto muy interesante que esta magnífica foto nos ayuda a percibir: ya en 1927, es decir, mucho antes que tanto Huidobro y Neruda se vinculen en forma concreta con el litoral, otros artistas nacionales de primera importancia habían establecido lazos de vida y creación con estas tierras. A comienzos de esa misma década, los pintores Pedro Subercaseaux y Alberto Valenzuela Llanos habían pasado fecundas temporadas en Algarrobo; desde los primeros años de 1910, uno de nuestros primeros galardonados con el Nacional de Literatura, el poeta Pedro Prado le escribe exultantes cartas a otro poeta, Magallanes Moure, desde su casa en Cartagena... (y, sí, esta correspondencia, con las excepcionales descripciones del paisaje que hace Prado, pueden perfectamente señalar la piedra fundacional, la verdadera piedra fundacional de este "Litoral de los Poetas").
(La foto pertenece al registro del nieto del compositor, Roberto Doniez, y fue gentilmente compartida para ser publicada en este medio).
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