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jueves, 9 de abril de 2020

LOS VIRUS Y LA FÁBRICA DE ARCO-IRIS

Por Pablo Salinas

Recién ayer, una noticia que da la vuelta al mundo: en un laboratorio de Brasil, científicos logran captar el momento "exacto" en que el nuevo virus, el COVID-19, infecta una célula. Pero ¿a qué se refieren con "infectar"? Que el virus logra traspasar la membrana celular y penetrar al interior de esta. Pero, la pregunta que sigue sin responderse: ¿cómo se entiende que una partícula considerada no-viva -el virus- logre hacer algo como esto? ¿Cómo se entiende que una partícula que dentro de un medio de cultivo no responde como un organismo vivo, es decir, ni metaboliza, ni crece ni se reproduce, sea capaz de comportarse de esa manera, de insistir hasta colarse al interior de una célula?

El problema es que los periodistas por todo el mundo repiten como loritos amaestrados; no entra dentro del esquema de los medios plantear algunas preguntas básicas. Porque acá, al momento de dar a conocer una noticia de este tipo, lo único que conviene hacer -o que resulta indispensable, más bien- es subrayar en que respecto a esta materia la discusión, la científica, lejos de cerrarse, está franca y completamente abierta.
Que, en rigor, tal como hace 150 años atrás, en la antesala de la masificación de los métodos de inmunización -la vacuna-, hoy las posiciones se contraponen y las certezas se alejan como el espejismo del agua en medio del desierto. La pregunta sobre la paradoja de la "infección" celular atraviesa de lleno la discusión entre investigadores. Hay algunos, algunos pocos, que durante los últimos años han desarrollado una tesis, en base a la observación de millares de virus: estos corresponderían a una nueva y cuarta rama de los "seres vivos". Serían algo así como el resultante de células que precedieron al "último antepasado común universal". Es decir, los pocos investigadores que sostienen esta hipótesis se ven obligados a introducir una corrección nada menos que en los fundamentos mismos de las formas de vida tal como las conocemos (no solo en la Tierra sino en todo el universo) para explicar el origen de los virus. Pero aún así, independiente si esta última y algo temeraria tesis estuviera dando en el clavo, la premisa basal no se altera: los virus no se comportan como ninguno de los organismos vivos conocidos.

Otros, como el doctor ruso e investigador en biología molecular, Eugene Koonin, tratan de simplificar las cosas: la pregunta si los virus están o no están vivos no corresponde, porque no se trata de una "pregunta científica", ante la cual estamos obligados, a su juicio, a ser arbitrarios. Por contra, el estatus de los virus como entidades biológicas -no como organismos ni seres vivos- quedaría plenamente resuelta por el paradigma de la autorreplicación, el cual aplica a toda conducta de un "sistema dinámico" que lleve a la fabricación de una réplica idéntica a sí mismo. En el terreno de la biología, la célula resulta el ejemplo por antonomasia: dentro de determinadas condiciones ambientales, es capaz de dividirse, replicarse. En el siguiente peldaño, los virus, los cuales pueden hacer esto mismo solo comandando la maquinaria reproductiva de las células... por medio del proceso de infección. Nos damos vueltas en redondo. Pero, ¿cómo llega esa partícula inerte a apoderarse del núcleo de una célula?

Mientras en el establishment nadie sabe (o bien, nadie se atreve a dar una respuesta), parece mucho más atractivo mantener seducido con la idea de la fabricación de la varita mágica que volverá repentinamente fuertes a nuestros organismos ante el embate de los virus, los antiguos y los nuevos. Siempre ha sido más cómodo esperar sentado a que la solución a problemas difíciles te la ofrezcan lista de afuera. Más ahora, cuando el apremio de la enfermedad y la muerte potenciado a escala planetaria agarrota el funcionamiento de la neurona y se tiende a abrazar cualquier chapucería como la clave para ponerle ansiado fin a la pesadilla.

" Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan necesariamente el pensamiento de Algarrobo Digital "

6 comentarios:

  1. Aclaremos que un virus no es una partícula sino que un micro organismo. De que tenga vida o no es aún materia de discusión. Algunas posturas lo señalan en la antesala de la vida ya que no tiene las características de una célula o un organismo unicelular.

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  2. Excelente aporte, Pablo. Se agradece la posibilidad de aprender algo nuevo cada día o, al menos, tratar de comprender esta parte de la vida universal. Lo mismo por el aporte de don Ángel.
    Saludos y buena salud!

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  3. Interesante el tema sobre los virus, efectivamente, la conclusión de ello, podría hacer variar toda la concepción biológica sobre la vida, bien parece que se discuta. Ahora, ¿es relevante el tipo de organismo que es el virus, en plena pandemia?, yo creo que no.

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  4. Es muy relevante, ya que todos los científicos están viendo como avanza sin poder hacer algo que lo controle, en el mínimo tiempo posible. Y si no se hace ahora, cuándo? Todo aquello que implique detener ésto, es bueno. Incluso saber qué tipo de organismo es el asesino.

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  5. Con el mayor de los respetos; el aporte, es lo mas lúcido, interesante y sucinto de los posteos de Don Pablo. Muchas Gracias

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  6. No cabe duda que acerca de la naturaleza de muchísimas cosas, sean virus o embarazos de 13 meses, los científicos no saben lo suficiente como para tener alguna certeza de su esencia particular sino hasta cuando ya es too late para darnos cuenta que hemos tropezado con la misma piedra (con distinto nombre) y tenemos que nadar a lo perrito para aferrarnos a alguna orilla y salvar el pellejo.
    El análisis de si un virus es un ser vivo o no puede ser un tema de interés para el café del mediodía, pero a estas alturas del partido (como señala Marcela), con 3 expulsados, 5 goles en contra y ni uno a favor nuestro en los descuentos, parece más oficioso hablar de fórmulas de salvación, antídotos, métodos de sobrevivencia pos covid-19, vacunas y otras herramientas que nos aporten al panorama negro y apocalíptico que muchos pintan para un futuro bastante más inmediato de lo que un optimista podría imaginar.
    Ahora que si yo fuera virólogo y ustedes otra manga de expertos, lo descrito por Pablo nos vendría genial. Pero, con Algarrobo lleno de weones irresponsables arrancados de Santiago en esta semana que, de santa tiene lo que el coronavirus de buena persona + otros tantos avispados que se han pasado por el forro lo de volver a sus casas de residencia, uno como que ha perdido las ganas de hablar de cosas que no sean soluciones.
    Prefiero la risa al llanto y el gol a los 546 pases.
    Por otra parte, aprovecho la ocasión para despedirme de algunos parroquianos valiosos (para mí) que aquí comentan, porque mis ganas de escribir de gratis (más leseras que otra cosa) en este pinche diario se me han terminado (por segunda y definitiva vez).
    Soy enemigo de los que gustan de pasar gatos por liebres, de los que nos mienten como si estuvieran haciéndonos un favor, de los que dicen una cosa y hacen lo contrario... Es por estas razones que le he perdido el respeto a este pasquín, por ser un panfleto oportunista que está en la caza del beneficio barato y que se arremanga entre los que quieren quedar bien o no quedar mal con los que les conviene. El tío a cargo de este boletín nunca va de frente a decirte lo que en verdad piensa. Te dice que te va a llamar y no lo hace. Te dice que tu escrito está bien (¡súper!) y no se atreve a publicarlo. Te dice ¡no hay problema! cuando piensa exactamente lo contrario.
    Declaro que le tengo bronca a lo pueblerino, a esa cosa provinciana que es mojigata, santurrona, hipócrita y doble estándar (además de ignorante). Aunque, aclaro, el espíritu pueblerino no es de aquel que es de provincia. Ser de provincia no tiene nada que ver con ser pusilánime.
    Buen viaje a todos

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