lunes, 2 de junio de 2025

SERVIDORES PÚBLICOS: GUARDIANES DE LA REPÚBLICA

Por Juan Carlos Aguilera


En medio de la marea de escándalos, nepotismos, licencias fraudulentas y convenios sospechosos, hay nombres que encarnan —con sobriedad y firmeza— la figura olvidada del de los servidores públicos: que sostienen la República sin discurso, pero con integridad. Pues, las instituciones no son las estructuras jurídicas: son las personas de carne y hueso que les dan forma, sentido y dignidad.

 


Una de las figuras más luminosas de estos años ha sido Carmen Gloria Valladares, secretaria relatora del Tricel. No llegó al cargo por popularidad, ni buscó protagonismo. Pero el 4 de julio de 2021, en la apertura de la Convención Constitucional, fue ella quien dio sentido institucional a una jornada extraviada en consignas.

 

Leyó el acta con voz entrecortada, pidió respeto con valentía y sostuvo la compostura de la democracia como si la historia dependiera de su tono. En buena medida, así fue. No fue elegida. No dio discursos. No militaba en ningún bloque. No presidió la Convención. Pero encarnó, como pocas veces, lo que significa ser garante: no del poder, sino del orden de la República.

 

De igual modo, en el Poder Judicial, donde la independencia no se declama sino que
se ejerce, destaca la figura de Raquel Camposano, la fallecida ex ministro de la Corte de Apelaciones, civilista destacada y símbolo de rectitud institucional. Apodada “la jueza de hierro” por su carácter incorruptible, asumió la investigación del crimen del senador Jaime Guzmán, asesinado en democracia por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, y lo hizo con un temple que jamás cedió ante presiones ni climas ideológicos. Formadora de generaciones enteras de jueces, recordada por su pulcritud jurídica y su estilo sobrio, Camposano representó, sin alardes, la majestad del Derecho cuando aún no se confundía con espectáculo ni activismo.


 

A ellas se suma hoy otra figura simbólica: la contralora general de la República, Dorothy Pérez, quien ha asumido la autoridad de una de las instituciones más importantes de control del poder público. Su rol en el escrutinio del gasto estatal, en la fiscalización del cumplimiento legal de los servicios y en la denuncia —seria, sin aspavientos— de irregularidades en las contrataciones y transferencias, la ha hecho blanco de críticas, presiones e intentos de desacreditación.

Y sin embargo, ahí sigue: firme, prudente, recordándonos que el Estado no es solo política: también es conocimiento técnico, control, y responsabilidad fiscal.

 

Estas mujeres no son íconos mediáticos. No posan para portadas. No organizan puntos de prensa. Pero encarnan, con su sola presencia, lo mejor de la vida republicana. Representan a ese servidor público que no se entrega a una ideología, ni a un partido, ni a una red de favores, sino a su institución. Que entiende que ejercer un cargo no es una oportunidad de visibilidad, sino un compromiso de invisibilidad operante: hacer bien lo suyo, para que otros puedan vivir tranquilos lo suyo.

Ellas no gobiernan, pero sin ellas no hay gobierno que se sostenga. No legislan, pero sin su templanza, no hay legalidad que valga. Son testimonio viviente de que, incluso en medio del descrédito, el alma de la República no ha muerto: solo necesita que alguien la recuerde.

 

Por eso, estas tres mujeres —Valladares, Camposano, Pérez— encarnan una verdad olvidada: La República se sostiene más en la virtud de sus servidores que en la voluntad de sus gobernantes.

 

Junio del 2025. Fiesta de la Ascención. 

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