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viernes, 29 de septiembre de 2023

 LA VECINDAD DEL CEMENTO O EL PATIO TRASERO DEL PROYECTO QUEBRADA DEL MAR

Por Javier Karmy

El paso de un auto Citröen blanco con el tubo de escape bien sonoro que va con los trabajadores pasa a las 7:45 de la mañana todos los días y se va a eso de las 18:15 hrs. Cuando llega, anuncia el inicio de las labores de las máquinas y el avance del cemento. Así es como se ha obligado y condenado a un barrio completo a ser vecino del proyecto inmobiliario Quebrada del mar, una construcción, un asentamiento de cemento, que solo ha traído consecuencias negativas para el barrio, “externalidades negativas”, afectaciones o simplemente destrucción de la naturaleza, del barrio, del ambiente.

El barrio ha cambiado, dicen vecinos y vecinas hastiadas de esta sonora y molesta construcción. Se han debido acostumbrar a escuchar cada cierto rato un estruendo, al paso de camiones, a bocinas y pitos de alerta de la construcción, gritos, e incluso música para “amenizar la destrucción de Algarrobo”. Así describen quienes viven en el sector de La Rinconada, en las calles Ñielol, Contulmo y Rinconada con La Quebrada ó Guacolda, ya que quedaron de vecinos de forma obligada sintiendo cada paso de camión como la muerte del barrio que habitaron antes. Un barrio tranquilo que de vez en cuando se inquietaba cuando en el verano algunos impacientes conductores que iban en el taco por Av. Peñablanca hacia El Quisco, pensaban que había salida por estas calles sin salida. Se veían entrar y al rato salir. Pero nada más. Jóvenes podían jugar tranquilos por las tardes al fútbol y más tarde salir a dar su vuelta. Muchas casas tenían una privilegiada vista al mar, unos hacia el sector de Tunquén-Quintay en el horizonte, otras hacia Peñablanca. Pasadas las calle Ñielol un terreno “baldío”, lleno de matorrales, animales, insectos y una gran diversidad biológica, servía para ver los astros en la noche y deleitarse con las flores en esta época primaveral. Pero sobre todo, servía de paso culebreando la Quebrada Las Tinajas hacia la playa.

El proyecto inmobiliario “Quebrada del mar” ha generado un alto costo para el barrio. Hoy, esa vista al horizonte casi infinito de mar se ha transformado en el muro de cemento más horrible visto en Algarrobo. La constructora ha reducido a un metro el paso hacia la playa solo porque así obliga la servidumbre de paso. Además, camiones mezcladores de cemento, bulldozer, y otro tipo de camiones y camionetas han contaminado y botado material y escombros a la hermosa quebrada que nace en el hoy Humedal Tranque Roto, por el que la comunidad ha trabajado para su preservación.


Según los vecinos hay días en que pasan unos 5 camiones, incluso un tiempo pasaba un bulldozer unas diez veces diarias. El paso de cualquier vehículo en calle Contulmo levanta mucho polvo que se esparce con el viento. Si es un camión grande pasa saltando y agrandando cada bache que se va haciendo en la calle de tierra. Nadie parece hacerse responsable de este daño. Los vecinos y vecinas desconocen cuál es el permiso que tienen los camiones de alto tonelaje para pasar por este sector. Otra vecina espeta: “¡escuchara cómo suenan esos estruendos cada vez que pasa un camión!”. Es algo cíclico: motor de camión acercándose, estruendo, polvo, alarma de retroceso del camión y, luego, la grúa en la construcción acelera su trabajo. Mantenemos el anonimato pues el barrio quiere evitar quedar marcados como “malos vecinos” ante tamaña construcción y prepotencia de algunos trabajadores que se han enfrentado con vecinos que reclaman mayor seguridad ante el paso de estos vehículos de alto tonelaje por calles pequeñas.

Son tres aspectos los críticos con Quebrada del Mar: el paso de camiones con el consiguiente ruido y polvo sin medidas de mitigación y que producto del descontrol, ha cambiado la sensación de seguridad del barrio (para infancias que no pueden salir tranquilas ahora a jugar o andar en bicicleta, por ejemplo, ni pensar en una pichanga); la presencia de personas ajenas al lugar; y la grave disminución y posible contaminación de la naturaleza, ya que el terreno baldío pudo haber sido un hermoso parque natural, un lugar de encuentro y disfrute de la naturaleza, pero ahora está cerrada con una reja por donde se ven las murallas encementadas de los dos condominios, la piscina, los juegos para infancias, y los estacionamientos y que será solo para los propietarios. Los vecinos solo están invitados a mirar por fuera, aguantar la construcción y pasar rapidito por la servidumbre de paso. ¡No vayan a molestar a los dueños!

Quebrada del mar vende 61 edificios en 2 torres de cuatro pisos. Sus valores van desde las 4.990 U.F. y cuentan con estacionamiento, piscina, juegos para las infancias, sector de quinchos, jacuzzis, entre otras cosas. “Hoy el camino a la playa es una broma de mal gusto. De la ancha flora multicolor hoy nos dejaron un metro”, espeta otro vecino. Tal como lo lee: UN METRO para pasar hacia la playa, y con un camino -dizque vereda- que está sobre la quebrada Las Tinajas totalmente irregular, lleno de hojas y cocos de eucaliptus entre medio de esos añosos árboles. Pasar por ese metro entre medio de eucaliptus entre medio de muros de cemento ahora se convirtió en una vergüenza. No cabe ni una bicicleta. No hay vereda y, peor aún, la han contaminado según relatan vecinos han habido algunas situaciones en que camiones cementeros son regados por sus choferes en la esquina de la construcción para “limpiarlo”, dejando los residuos dispersos a metros del Humedal Tranque Roto, cuerpo de agua que da inicio a la quebrada.

Los vecinos describen la situación más o menos así: A las ocho de la mañana los trabajos comienzan de forma implacable. La grúa comienza a moverse, los trabajadores martillean, gritan, mueven, pasan, caminan, gritan, los camiones pasan, la alarma suena, otro camión pasa a dejar cosas, gritos, se cae un fierro, música, martillo, la grúa otra vez… 14 hrs, silencio y descanso. 15 hrs y hasta las 18 hrs en punto, ruidos, camiones, polvo y molestias. Si es un día de lluvia el barrio puede descansar en paz, pero si hay sol entonces trabajan y los vecinos tienen la incertidumbre de no saber si pasarán camiones, si la camioneta que pasó iba o no a la construcción, etc… Mucho movimiento de gente, de escombros, de cemento. “Da miedo cómo un asentamiento urbano se inserta en una zona hermosa, la destruye y nos hace preguntar por el futuro de esta comuna”, sostiene otra vecina.

Si ahora se escucha la construcción mañana habrán unas 240 personas rondando el barrio en auto, en música, carretes, en desechos y basura, y que usará agua ¿de dónde la van a sacar?, ¿cuál será la entrada al condominio? ¿El barrio La Rinconada quedará como patio trasero y verán solo los desechos y los restos del condominio habitado? Al mar de Algarrobo le aportará los desechos orgánicos que todos saben salen de los nuevos edificios, y la calle de tierra, seguirá siendo de tierra, porque no hay ninguna compensación por todo el tiempo de aguante y el daño a la naturaleza que pudo haber sido distinto pero hoy es solo cemento.

Algunos vecinos se preguntan, ¿en qué está pensando el Alcalde cuando aprueba más y más proyectos de cemento para Algarrobo? ¿Esto es rentabilidad social?

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