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viernes, 1 de febrero de 2019

"LAS FIEBRES DE LA MEMORIA". Gioconda Belli. Selección de párrafos. Boletín Literario N° 254


Para quienes gustan de la buena literatura Boletín literario preparado por Eduardo Trucco B. (*) en el cual ofrece una selección de párrafos, invitando a compartirlos y comentar.

“LAS FIEBRES DE LA MEMORIA”. Gioconda Belli. Editorial Seix Barral, Buenos Aires, 2018. Escritora nicaragüense, premiada varias veces. Esta obra, inicialmente ambientada en Francia, año 1847, se traslada a Inglaterra, Nueva York, y finalmente Nicaragua. El protagonista, un noble acusado de cometer un crimen, finge un suicidio y escapa. Inicia una nueva vida, trata de deshacerse de su pasado; en cierta forma lo logra. Para volver a vivir debe reinventarse: nuevo nombre, una historia de vida, un relato de quién es. Vive una muy difícil prueba psicológica: el recuerdo del pasado y el enorme esfuerzo que debe hacer para transformarse en un hombre nuevo y distinto al que fue.
  1. Ambos heredamos de mi madre la preocupación por las formas, que ella se esmeró siempre por mantener de manera obsesiva. Pág. 15.

  2. Los seres humanos tenemos curiosas maneras de ver o no dependiendo de nuestra voluntad. Pág. 21.

  3. En la prisión de la Conciergerie habrá mantenido su aire de gacela, la lucidez de sus grandes ojos castaños, el color angelical de su piel. Pág. 23.

  4. Su actitud protectora era la de alguien acostumbrado a guardar, no ya las personas sino sus sombras. Pág. 24.

  5. Ser noble requiere ese sometimiento al pasado, a la repetición que es esencial para la nobleza. Pág. 26.

  6. Si fingir me creaba conflictos, la idea de vivir como alguien de menor estatus en la sociedad era anatema para mi sistema de valores y manera de pensar. Pág. 32. 

  7. Me maravillaba ver la facilidad con que Ibrahim, viejo en el arte de fingir y de viajar entre extraños, podía con pocas palabras justificar su mutismo y hacer que lo dejaran tranquilo. 

  8. Hay una extraña dignidad en la escritura… El acto de escribir tiene un efecto civilizador para la conciencia. Pág.37.


  9. Y es que, aunque una parte de mí se esforzara en ser otro, me envolvía un cascarón tenaz; una fuerza contraria me hacía aferrarme a los restos de mí mismo. Pág. 45.

10. Debo reconocer que es peligroso dejar sin freno la miseria humana que nos habita. No hay agua bendita que lave el pecado original, no hay látigo que apacigüe las fieras de la condición humana una vez que han salido de sus jaulas. Pág. 47.

11. …rogué muchas veces por mí mismo, por mis hijos, no al Dios cristiano de mis padres, sino a esas fuerzas del destino a las que los antiguos atribuyeron nombres, formas o leyendas. Pág. 48.

12. Esa atmósfera inusual hizo que la conversación que emprendimos durante la caminata esquivara formalidades y se adentrara, de manera natural, en los asuntos profundos que a cada uno interesaban. Pág. 50.

13. – La casa – me dijo – era como un verso en blanco, capaz de convertirse lo mismo en una humilde cabaña que en una catedral. Posee el misterio de una obra clásica – sentenció -, se adapta. Pág. 54.

14. Pensé que una paz como la que exhalaba ese cuarto me estaría vedada quizás el resto de mi vida. Pág. 55.

15. (Refiriéndose a Alejandro Dumas) Era un conversador locuaz y chispeante que seducía por su agudeza para argumentar con brillo y su aparente desdén a las convenciones y opiniones ajenas. Pág. 59.

16. Uno se atrincheraba en sus convicciones y conocimientos porque el revuelto medio circundante amenazaba cuanta certeza uno hubiese acumulado hasta entonces. Pág. 62.

17. A la mitad del labio superior un “arco de Cupido” trazado con perfección de escultor era tan sensual que el resto de su fisonomía, los ojos tan abiertos, la nariz respingada, la tez lozana de muchacha de veintiocho años, eran más bien la advertencia de que uno no debía fiarse de la inocencia del conjunto. Pág. 63.

18. Me pregunto cómo harán, ¿qué don los conecta con el resto de nosotros? Es como si nos escucharan pensar. Pág. 72.

19. El teatro, a mi juicio, era el supremo arte para reconocerse uno mismo o sus enemigos. Pág. 77.

20. Son extraños los vínculos que se construyen en las urgencias de la vida. Pág. 111.

21. Su actitud me hizo pensar en Henriette, en esas mujeres de mente aguda y temible perspicacia. Pág. 148.

22. …todo forma parte de ese cuerpo, esos gestos, esa forma física con que andamos por la vida.

23. El dinero no respeta la historia, ni los huesos de los héroes. Pág. 151.

24. Al salir a la calle percibimos de inmediato que era una ciudad marcada por el mar. Olía a brea, a marineros, a desorden y a personas rudas, para quienes la vida difícil acarreaba rabias y anulaba cualquier rastro de paciencia o tolerancia. Pág. 163.

25. Usted nunca supo hasta ahora lo que es ser uno más de la masa humana indistinta e irrelevante que se mueve como gran marea sobre esta Tierra, aceptando sin otra alternativa la suerte, casi siempre maldita, que el destino le sirve. Pág. 171.

26. Mi única explicación era el hábito nómada de Ibrahim, su obvia fascinación con la aventura, con el estar en ninguna parte y dejarse llevar por lo que la vida le ponía en el camino con un abandono envidiable. Pág. 177.

27. Lo sé por experiencia. Nada lava más la vida que no repetir lo vivido y seguirla viviendo. Pág. 215.

28. Cassidy debía ser diez o más años menor que él y era una mujer con el raro don de la aceptación, la tranquilidad y el buen humor. Pág. 229.

29. Me intrigaba la combinación del espíritu práctico con el romanticismo con que concebían las ilusiones más descabelladas. Pero me espantaba su ferocidad, que fueran capaces de venganzas enhebradas con tanto esmero como el que usaban para sus bordados. Nada cierto que fueran el sexo débil. Nos vencían cuando se lo proponían. Pág. 237.

30. …ella mirándome con sus ojos canela, inquisitivos, con el brillo del reproche encendido como una vela que jamás se apagaba. Pág. 242.

31. Esa noche, por un instante, poseí la lucidez  de saberme atrapado. Pág. 243.

32. No tenía claro aún a qué podría dedicarme, pero la vida a menudo lo coloca a uno en el sitio propicio. Pág. 262.

33. Fue con ella con quien creí hilvanar la mejor versión de un pasado verosímil. Pág. 273.

34. …y, sin embargo, aquel día en Granada encontré la sencillez de ese entorno deliciosamente leve y acogedor. Pág. 282.

35. Pude regresar al tiempo en que uno es aún moldeable. Desde la piel y rugosidad de un adulto, me reinventé. Aprendí y desaprendí a la vez.  Encontré un nuevo sentido en la tierra y en las personas; en el contento de ver crecer lo que se siembra, y por primera vez ser genuinamente capaz de sentir lo que otros sienten. Pág. 296.

36. De mi desolación me rescataba el incansable bueno humor y entusiasmo de John por la vida. Mi amigo tenía la virtud de no intelectualizar excesivamente los avatares de la existencia. Pág. 301.

37. Aunque la literatura nunca fue su pasión, reconoció que la imaginación que hacía existir las historias en la mente de los escritores era una facultad humana útil para resolver problemas y necesidades. Por eso, apelaba a ese don de imaginar, cuando las soluciones obvias no daban resultado.

38. No, hermano, estoy muy bien así. Soy anticlerical y no creo tampoco en el matrimonio. Eso de amarrarse a una mujer para toda la vida, me parece un disparate. Pág. 302. 

39. …me impresionaba la falta de ambiciones de la gente. Se conformaban con comer y tener techo. Pág. 321.

40. Cuando veía la confianza en los ojos de Margarita, esa mirada indescriptible que descubre el pasaje hondo y único que existe entre quienes se aman, me ahogaba la necesidad de revelarle mi pasado para que ningún secreto existiera entre nosotros… Pág. 339.

41. No es el perdón lo que me incita, es el misterio de la sustancia del ser, la compleja y confusa realidad que ha modelado mi vida introduciendo en ella el azar… Pág. 347.

42. (Reflexión de la autora, en el Epílogo) Aunque no es posible eximirlo de culpa, quisiera pensar que su reinvención lo cinceló y lo hizo un hombre distinto, capaz de abandonar su sombra, de comprender los ocultos pasajes de la condición humana y de amar con generosidad. Pág. 353

1-2-2019/ET



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(*) Eduardo Trucco Burrows, es abogado de la U. de Concepción. Reside en Algarrobo, en el condominio “Campomar” (camino a Tunquén). Ha estado ya casi dos años interviniendo por la defensa y protección de los ecosistemas de la playa de Tunquén, contra la invasión de inmobiliarias y demás personas que no tienen escrúpulo alguno en destruir toda la playa, el humedal y el santuario de la naturaleza. Lo que se presenta es un trabajo sencillo: leer obras escritas en español, subrayar lo que nos parece interesante, bello, atractivo, divertido o sorprendente; enseguida, haciendo una cuidadosa selección de todos los párrafos que se ha subrayado, se traspasan las citas – generalmente sin comentarios – al boletín.

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