Artículo de
Opinión
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Diario)
Claudio Bravo. 19 marzo 2018 a su llegada a Chil |
Alien Carraz.
Vecino de Algarrobo, residente permanente
Cuando Claudio Bravo se
apareció en el aeropuerto con una facha digna de alguna estrella de esas que
sólo se ven en las urbes sofisticadas del mundo, como Nueva York o Londres, la
comidilla de la prensa chilena hizo su agosto desmenuzando los detalles de la
vestimenta, especialmente del sombrero negro de ala ancha, de sus ajustados
pantalones pitillos o de sus estilosas zapatillas negras y blancas. De
inmediato, lo taparon con memes donde mezclaron su estilo con los excéntricos
arranques fashion de un personaje estrambótico y parafernálico como Dimondo o
con las recordadas postales de una diva fatal como la Joan Collins y sus
grandes sombreros.
En las calles de la urbe
metropolitana, muchas de nuestras mujeres, aquellas hermosas y bien dotadas por
la naturaleza y la herencia, pasean sus divinas protuberancias embutidas en
unas faldas que dejan poco a la imaginación o unos pantalones ajustados que
enmarcan todos aquellos lugares donde la mente masculina tiende a volverse
ardientemente imaginativa, o unos escotes que simplifican casi
radiográficamente la posibilidad de que nuestro cerebro defina claramente cómo
son, cómo están, cuántos cc y de qué turgencia podríamos estar hablando.
Las chicas citadinas de hoy
son mucho más fieras que aquellos corderitos que aparentaban ser años atrás
cuando la marea de gente en las calles –hoy un arcoíris multicolor- era una
masa que no pasaba del gris, marengo, café, negro o azul marino.
Eran tiempos en los que casi
todas las faldas cubrían púdicamente las rodillas y las boobies había que
imaginarlas como quien recrea mentalmente el “paraíso” con la vista fija en la
sección “melones de guarda” de la verdulería.
A pesar de las varias capas de
enaguas, medias, telas, forros y espesos abrigos, los maestros de la
construcción se las ingeniaban para sacar conclusiones acerca del producto al
interior del envase y se mandaban sus floridos piropos que muchas veces no
pasaban el filtro púdico de las buenas costumbres adscritas al manual de
Carreño, aunque, generalmente, las mujeres no les hacían caso o las más de las
veces se terminaban riendo una vez fuera del radio visual de los piroperos.
Las asesoras del hogar en
tránsito a la panadería eran las víctimas perfectas de estos galanteos de
quienes, colgados en los andenes, desataban a su paso salpicados coros de
silbidos y otras parafernalias sonoras, mientras las pérfidas –gozando con
disimulo el momento de gloria- se hacían las sordas o actuaban sus mejores
poses de enojo o indiferencia.
Eran otros tiempos. A nadie se
le hubiese ocurrido acudir a la justicia para formalizar una campaña municipal
con el fin de establecer normas de comportamiento y poner multas o meter presos
a quienes andan con el verso en la boca y clavan la vista en las formas
femeninas expuestas en todo su esplendor.
¿No será que la justicia debe
tomar cartas en este asunto y aplicarles la ley a todas aquellas féminas que no
tienen el menor descaro en exhibir sus anatomías como si los hombres fuésemos
invidentes estatuas de carne y no tuviésemos ninguna conexión espontánea con
nuestro centro erótico y sensual ante tamaña exhibición de estos hermosos
ejemplares femeninos con poco y nada cubriéndoles sus “cosas”?
¿No es un atentado en contra
de la psiquis emocional masculina que las mujeres de hoy se hayan liberado
hasta el punto en que la superficie de piel expuesta supere largamente a la
cantidad de la tela sintética que la cubre?
Las huachitas-carnúas actuales invierten mucha plata, tiempo y esmero
en la exhibición casi impúdica de sus exquisiteces en desmedro de aquellos
sensualizados machos vía internet en estado-de excitación-perenne que a duras
penas controlan la bestia que llevan dentro. Existe una íntima proporción entre
el cutis exhibido y las generalmente huachacas concepciones poéticas de los
aduladores.
Mucha de la vanidad femenina
que hoy circula por las calles es altamente provocativa, a pesar del mensaje
que nos regalan algunas de estas mujeres que salen a protestar con carteles en
los que proclaman vestirse (semi en pelotas) para sí mismas y no para ser
vistas, o que sus escotes (con casi todo afuera del envase) no es una
invitación o que sus faldas a la altura de los glúteos tampoco las usan para
que los hombres se queden lelos.
¿Será que ellas cuentan con
que los hombres somos inconmensurablemente estúpidos?
Seguramente, si alguna de
estas adorables criaturas me viese vestido como Dimondo, pero con una ropa que
dejara entrever parte de mis intimidades (tal como ellas dejan entrever las
suyas) no creo que ella piense que me visto para mí mismo, que no me interesa
que otros me vean y que no persigo llamar la atención.
Evidentemente, aquí no
hablamos de hostigadores, acosadores violentos ni delincuentes sexuales. Esas
denominaciones pertenecen a un tipo de personas que no están capacitadas para
circular donde caminamos todos y que deben estar recluidos donde cumplan
castigo o donde reciban algún tratamiento que sirva para controlar y contener
sus desvaríos.
Entre la gente “normal”, nadie
ama más a un niño que sus propios padres, como nadie ama más a los padres que
sus propios hijos.
La ley ha fracasado con muchas
cosas y fracasará nuevamente en este tipo de aventuras donde es el sentido
común, la educación y la propia sociedad en su conjunto los llamados a nivelar
la convivencia hacia las buenas costumbres. Nivelar hacia abajo en la
convivencia es empezar a poner letreros que prohíban por ley escupir en el
suelo, mear en las esquinas, pedorrearse en los ascensores, cagarse de la risa
en los velorios o pegar los mocos debajo de las mesas.
Se podría entender que un
pusilánime como José Antonio Kast o un populista del Alto Las Condes como Lavin
o algún udi de esos que fueron monaguillos, abracen y gestionen estas causas
potifruncis adheridas a un planeta mojigato y vendehumo donde la tontera, el
alarde y la pretensión siempre están presentes para deformar cualquier atisbo
de sentido común. Perseguir demonios imaginarios con una cruz ungida en
salpicadas bendiciones de un representante terrenal de algún dios o del hijo de
un dios y amigo de Magdalena, parece una práctica alucinada que conduce hacia
donde campean los mitos y leyendas o los desvaríos y la histeria.
Los infractores a la ley,
acosadores, sitiadores, hostigadores, tocadores y similares, deben ir a la
cárcel y recibir su castigo. Los piroperos, deben cuidar los versos que salen
de sus bocas para que algunos y algunas -que ven violadores y monstruos en
todas partes- no los confundan con delincuentes sexuales.
Lo que sí, es que la
"profesión" de piropero
distinguido es un arte muy difícil de ejecutar. En no más de unos pocos
segundos, el galanteador debe considerar si es el momento apropiado, usar el
tono justo y aplicar gracia e ingenio; también, dentro de esos mismos segundos,
debe tomar en cuenta si la dama en cuestión va acompañada por alguien que pueda
ser su padre, su tío, su hermano, un amigo o el bendito dueño de su corazoncito
(y de todo lo demás... generosamente expuesto).
Y después de ese análisis
flash -inmediatamente- de su boca deben salir los graciosos, divertidos y chispeantes
versos que conecten la imagen divina de la piropeada con algo parecido a una
flor, un ángel o al paraíso o a las estrellas. Nada de culos ni tetas.
¿Es mucho pedir?
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Soy Nelson Pérez B..Tengo 82,7 años y soy partidario de castigar severamente a los pedófilos, pero ensalzar la belleza femenina no debería penarse sobre todo a los adultos que respetamos y sabemos reconocer lo lindo y que en alguna vez lo vimos con otro sentido. A continuación digo dos piropos al ver a una dama bonita " Se abrió el cielo y cayo un angelito" " si yo fuera gato negro y me abrieras tu ventana a ti te diría miau-miau y a tu padre lo arañara" saludo amigos y lo dice un marido con 54 años con la misma buenamoza de señora.
ResponderEliminar¡Bien, Don Nelson, al fin estamos de acuerdo en algo! ¡Felicidades por tener ese espíritu y ese modo suyo que lo retrata como un hombre sensible, soñador y querendón!
ResponderEliminarAquí le dejo otro piropo típico del ingenio de nuestros sensibles piroperos: ¡¡Mijita rica!!
El caso, es que la línea que separa a un buen piropo de un acoso es tan fina, que da para mucho.
ResponderEliminarUna mujer podría considerar acoso (y muchas lo hacen) una simple mirada de admiración de su belleza y atractivo físico. Para otra, aquella que se sabe buena moza y le gusta atraer las miradas masculinas, un piropo silencioso. Y aquí, entra a jugar el "como me miró ese tipo".
Raya para la suma, hoy los hombres debemos caminar por la calle mirando el suelo, y bien calladitos.
No vaya a ser cosa que por un simple carraspeo, alguna fémina te acuse de acosador y degenerado pervertido.
¡Sugestiva la ausencia de comentarios femeninos! Güena del verbo GÜENA, la EDITORIAL de Alien. En el contenido no figuran las modas pro-fémina por todo y para todo y la estigmatización por todo y para todo de algún figurativo peak histórico del Patriarcado. si es que alguna vez existiera.
ResponderEliminarAsunto aparte amplificando los tiempos, resulta la voluminosa salida de closets desde ambas corrientes genéricas, transformando el terreno público en las exhibiciones mas exultantes de las bondades físico modulares, de cada vertiente ganando la calle, la política y proselitismo electoral y la Sociedad en transformación.
Asombros que verdaderos fantásticos ejemplares, a veces provocan; irresistibles ¡¡¡ MIJIT@S RIC@S !!! desde todas las corrientes genéricas, modernamente e inimaginables numerosas declaradas. O de algo me equivoco u olvido ¿? Sonreír quizás, con sonrisa de misterio, que es lo que resta después de los 75. jijijja
Soy Nelson Pérez B...El concejo de hoy 9 de mayo rechazó la proposición de Ordenanza para el acoso y considero que no hay donde desahogarse a ca al ver una belleza femenina, en Stgo hay Cafés Con Piernas y además del brebaje se lucen lolas estupendas y son pocos lo que pueden decir mejor tengo en casa.
ResponderEliminarVivan los café con piernas!!!
ResponderEliminarY si instalamos uno al lado del líder????
Busco socio
Major el la galería alto Litre , más escondidita jaja
ResponderEliminarel 90% de las mujeres se arregla para verse bonitas para los hombres y/o para competir con su genero...les gusta povocar, independiente al grado de provocación, ellas no entienden que en definitiva son una raza o genneo inferior al del hombre, somos distintos, tenemos la testosterona a mil...es así de fácil, si yo entiendo a las mujeres éro ellas no entienden ni razonan la REALiDAD de la vida...mala suete si les tocó ser mujeres y no están conformes HIPOCRITAMENTE, porque apuesto mi vida que si no las alagaran o piropearan de una forma caballerosa como siempre ha sido o debiera ser, pero ahora por moda y poca materia gris se enojan, marcharían para que lo hicieramos y nos tildarían de poco hombres...por eso campeones, a las mujeres no hay que entenderlas,hay que follarlas, webean por todo las hdp
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