Por Pablo Salinas
Hace tres días, la publicación sobre algunos hitos del patrimonio arquitectónico de nuestro litoral activó espontáneamente entre algunos lectores un comentario que incomoda: el lamentable estado en que se encuentra la Casa de la Cultura de Algarrobo. Comentario incómodo pero plenamente justificado. Entre todos los recintos municipales habilitados para la cultura en la provincia, el de Algarrobo es, por lejos, el que se encuentra en peor estado.
Y se trata, sin embargo, de un inmueble de alto valor patrimonial, en términos históricos, culturales, sociales. Es el más antiguo -su construcción se remonta a la segunda mitad del siglo XIX-; está dentro del área que desde 1990 goza de la categoría de Zona Típica, el casco histórico de la comuna; y, además, albergó la primera escuela que funcionó desde 1889 en Algarrobo. Pese a ello, se mantiene en un estado de semi abandono, tanto externa como internamente.
Hace pocos días, se presentó ante el concejo municipal un proyecto de remodelación del lugar, proyecto tardío e inconsistente, que no hace más que subrayar sobre el grado de improvisación y escasa seriedad con el que se ha venido abordando la gestión cultural a nivel municipal en los últimos años. Cuestión que, para una comuna con una historia y tradición tan rica como Algarrobo, tendrá que necesariamente cambiar con la nueva administración comunal.
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